Hace un par de años, le regalé a un buen amigo algo que conservé durante 14 años. Era un coleccionable de pósteres del Real Madrid, el Madrid de la Quinta del Buitre, una joya de coleccionistas que completaban con firmas de cada jugador sobre el póster, algo que pocos tienen. Aún recuerdo el día que lo decidí guardar, recuerdo que dije: "no soy del Madrid, no le doy gran valor a esto, pero sé que puede tenerlo en su momento". Y ese momento llegó, un regalo para un buen amigo que no daba crédito a lo que veía, un gesto que costó muy poco mientras que el coste de aquello era incalculable. Hay cosas insignificantes a nuestro al rededor que con el tiempo, alguien puede valorarlas mucho y seguro, que te lo agradecerán bastante. Por eso mi madre no sabe exactamente si soy una persona que piensa mucho en el futuro y en su proyección, o tengo una probabilidad preocupante de padecer síndrome de Diógenes. Yo tampoco lo sé, jejeje.
28 de febrero de 2010
Trastos del Desván
Mi madre lleva años queriendo echarme de casa, o al menos, lo que siempre ha dicho es que no sabe si le costaría más echarme a mi o sacar todas las cosas. Para ella la palabra es "chismes", "cachivaches" o directamente "basura o mierda". Ella piensa que todas esas cosas que acumulo no sirven para nada, son trastos que se acumulan encima del armario, dentro del armario, entre en armario y la pared, debajo de la cama, detrás de la puerta, etc. Digamos que me va quedando poco espacio para entrar dentro de mi propia habitación, pero son cosas que me gusta conservar porque pienso que los recuerdos son los que mantienen vivos los sentimientos de todo aquello que nos gusta recordar.
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