De alguna forma, todos nos sentamos en el diván de la conciencia, la que nos juzga y la que nos escucha para desahogarnos sobre aquellas cosas que nos preocupan, sobre los miedos, sobre la vida, sobre el entorno o sobre todo aquello que te llevas a reposar con la almohada cada noche. Las preocupaciones que desvelan tu sueño, las dudas que te enturbian la caída de los párpados, esas cosas que no te dejan seguir funcionando mientras las minimizas en la barra de herramientas.
Todas esas cosas, buenas o malas, intransigentes en cualquier caso, son las que reflexionamos a oscuras recostados en el diván, y serán las que tu y yo compartamos para seguir creciendo. Pensarás que ya hace bastante que diste el estirón, pero nada más lejos de la realidad, en la vida nunca se termina de crecer, aunque eso si, ninguna leche te ayudará a estas alturas.
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